Por: Gustavo Puentes

El alcalde de Barranquilla, Álex Char, ha destinado $2 mil millones para contratar influencers que promuevan su administración, marginando a la prensa local.

En un giro comunicativo, la Alcaldía de Barranquilla, bajo la gestión de Álex Char, ha optado por una estrategia que involucra el uso de influencers en redes sociales para difundir una imagen positiva de su gobierno. Con una inversión de dos mil millones de pesos, figuras como Juanda Caribe y Felipe Saruma son las nuevas caras de esta campaña, lo que ha generado un debate sobre la efectividad y ética de esta práctica.

El contrato con estos influencers, gestionado por la Oficina de Comunicaciones del Distrito, tiene como objetivo "posicionar de manera positiva la gestión del alcalde en medios digitales", según fuentes oficiales. Sin embargo, el contenido resultante ha sido criticado por su falta de profundidad y enfoque más publicitario que informativo. Esto ha provocado preocupación entre los periodistas locales, quienes se han visto desplazados en favor de un enfoque más controlado y menos crítico del gobierno.

La decisión de invertir una suma tan significativa en marketing digital ha levantado cuestionamientos sobre las prioridades de la administración, especialmente en áreas como la educación y la salud pública. Además, la falta de transparencia en la gestión de estos fondos y la selección de los influencers ha añadido una capa de controversia al asunto.

Analistas y críticos argumentan que este enfoque podría estar socavando el papel del periodismo y el escrutinio público en la democracia. Al reemplazar el diálogo abierto y el debate por contenido curado y unidireccional, se teme que la administración pueda estar evitando el enfrentamiento con las realidades menos favorables de su gestión. La situación plantea un dilema sobre el equilibrio entre la innovación en comunicación gubernamental y la preservación de un ecosistema mediático diverso y crítico.