Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

Tres personas murieron y nueve resultaron heridas en un ataque armado durante una fiesta en la Finca Villa Olvega Eco House, en Puerto Colombia (Atlántico). Las autoridades investigan si se trata de un ajuste de cuentas entre bandas criminales.

La noche del lunes festivo 2 de junio, la tranquilidad de la Finca Villa Olvega Eco House, un popular espacio para eventos a las afueras de Barranquilla, se vio interrumpida por una brutal balacera. El ataque, perpetrado por cuatro hombres armados que llegaron en motocicleta, dejó una estela de muerte y dolor. Entre las víctimas fatales se encuentra la joven DJ y comunicadora social Massiel Karina Gómez Gómez, quien publicó videos en redes sociales momentos antes del suceso. La investigación policial se centra en la hipótesis de un ajuste de cuentas relacionado con el narcotráfico.

Entre las víctimas mortales se encuentran Massiel Karina Gómez Gómez, una prometedora DJ y modelo de 25 años; Luis Alfredo Vergara Juliao; y Ronaldo José Alarcón Castillejo. Entre los heridos, figura Raúl Alberto Henao Farías, alias ‘Choco’, quien, según las primeras pesquisas, sería el objetivo principal del ataque. Varios de los presentes, tanto entre los muertos como entre los heridos, poseen antecedentes judiciales por delitos relacionados con el crimen organizado.

El ataque se desarrolló con una violencia inusitada. Los sicarios irrumpieron en la fiesta y abrieron fuego indiscriminadamente contra los asistentes, causando pánico y caos. El lugar, aparentemente seguro y destinado a la diversión, se transformó en un escenario de terror. La brutalidad del ataque evidencia la profunda penetración de la criminalidad en la sociedad colombiana.

La masacre en Puerto Colombia expone la fragilidad de la seguridad incluso en espacios de recreación. La muerte de Massiel Karina Gómez, una joven con un futuro prometedor, ilustra la trágica realidad de la violencia en Colombia. La investigación policial deberá esclarecer los hechos y determinar las responsabilidades, mientras la sociedad exige medidas que garanticen la seguridad de sus ciudadanos y la erradicación de la impunidad. La música y la vida deben prevalecer sobre la violencia.